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¿Se heredan los traumas? La transmisión de la vida psíquica: traumas, miedos, lo no dicho


La transmisión de la vida psíquica: traumas, miedos, lo no dicho.

“El inconsciente de cada sujeto lleva la huella, en su estructura y contenido, del inconsciente de otro u otros”

El hombre existe como individuo y como miembro de una cadena generacional que cumple sin su voluntad consciente los objetivos del grupo y la especie. Existe un impulso por transmitir, un imperativo psíquico, una necesidad inconsciente vinculada a la pulsión de conservación y de continuidad de la vida psíquica. Esta pulsión de conservación constituye el inconsciente hereditario y su objetivo es la transmisión de la genética y la cultura a los sucesores. Es inherente al ser humano la pertenencia al grupo.

Desde el nacimiento, ya somos miembros de distintos espacios psíquicos intersubjetivos desde los cuales nos es transmitida por vía psíquica la formación de ideales, las referencias identificatorias, las representaciones, los mecanismos de defensas, creencias, mitos, ritos e ideologías. En la concepción del sujeto psíquico como inseparable del grupo, es donde se entrecruzan la transmisión intrapsíquica y la intersubjetiva.

La familia es el grupo primario y el espacio originario de la intersubjetividad, donde el niño hereda el material psíquico indispensable a través de sus filiaciones materna y paterna. Cada familia posee sus mitos familiares que son representación mítica de una familia ideal vinculada generalmente a una de las ramas del árbol genealógico. Estos mitos están constituidos por la propia historia y por un conjunto de creencias y fantasías inconscientes compartidas que habitualmente se van transmitiendo de generación en generación. Estas representaciones suelen tener una función estructurante: contribuyen a la cohesión familiar, a su equilibrio psíquico, refuerza su identidad y permiten que los miembros de una familia nuclear sientan la pertenencia a un linaje, y esto a su vez se concreta en un sistema de reglas, funciones de los miembros y reparto de roles. En base a este establecimiento de reglas, prohibiciones, funciones y roles familiares, se constituyen las representaciones de las diferencias entre los sexos y las generaciones.

El niño nace ya con una historia genética, vincular y emocional, hereda la “carga” de recomponer a la familia a partir de la alianza de los dos linajes de los que ha nacido; por tanto hay una historia que lo pre-existe, de la cual puede ser heredero transmisor con nuevos desarrollos, o en ocasiones tan solo prisionero de ella (Rozenbaun, 2005).

La transmisión transgeneracional estudia cómo el mundo representacional de individuos de una generación puede influir en el mundo representacional de individuos de generaciones siguientes, cómo son estos fenómenos de la transmisión y cómo son los procesos por medio de los cuales se ponen en marcha. Se estudia cómo se repiten de una generación a otra las esencias de la vida psíquica de los antepasados, los modelos de vínculos, los patrones relacionales, las patologías parentales y la formación de otras patologías que a veces solo podrán comprenderse con la reconstrucción de fragmentos de la historia del pasado del paciente a través de la transferencia. Habitualmente, estas transmisiones afectan a dos, tres o más generaciones. Freud se interesó durante toda su vida por la transmisión de la vida psíquica, y fue desarrollando este concepto de transmisión a lo largo de su obra, concepto para el que empleó el mismo término que para el de transferencia.

Es así que el inconsciente de cada sujeto lleva la huella, en su estructura y contenido, del inconsciente de otro u otros. Estas transmisiones se producen en estratos inconscientes profundos y se producirían por el enquistamiento en el inconsciente del paciente, de formaciones inconscientes de otro, con el que hace una identificación alienante. El origen de conflictos y síntomas individuales y familiares con mucha carga emocional en uno o ambos miembros de la pareja, si no es metabolizada, puede ser escindida del resto del psiquismo y convertirse en elementos inconscientes enquistados que se transmitan al niño sobre todo a través de la comunicación no verbal.

Las alianzas inconscientes – entre los miembros de la familia- constituyen una de las vías de la transmisión, así el sujeto - el hijo que por sus características asume las proyecciones y se presta a poner en acto esas vivencias que fueron desmentidas por los padres - vive el mundo que le deja ver lo que parece oculto.

Hay patologías vinculadas a diversas modalidades de transmisión transgeneracional y son pacientes que dentro del núcleo familiar están o han estado ‘inmersos’ en situaciones relacionadas con traumas tempranos, fidelidades compulsivas hacia los objetos parentales, duelos ancestrales o imposibles, abusos sexuales y otras. En bastantes de estos casos tienen un importante protagonismo el secreto, la mentira, lo silenciado o dicho en clave enigmática así como la confusión de sexos y generaciones. Estas situaciones traumáticas son vividas en muchos casos sin posibilidad de metabolización psíquica porque son experiencias que no han podido ser representadas.

La noción de no inscripción psíquica de un acontecimiento de naturaleza traumática es equivalente a la noción de Winnicott (1963) de lo “vivido no vivido y siempre por vivir”, como el temor al derrumbe sin que el yo sea capaz de metabolizar lo que en ese momento vivió fuera de toda representación de palabra. Según Werba (2002), cuando unos padres no pueden denominar determinadas experiencias emocionales y los hijos no pueden darle representación verbal, esto conducirá a una imposibilidad de simbolización. Así lo que en una primera generación es indecible, en la segunda se transforma en innombrable y en la tercera en impensable.

En este sentido, cuando en la clínica el paciente nos expresa imágenes, sensaciones o emociones vividas como extrañas, síntomas corporales que para él mismo revisten un carácter bizarro, angustias sin nombre o síntomas que no se explican desde su propia vida psíquica, es posible que estemos ante elementos impensables transmitidos inconscientemente de generaciones anteriores (Nachin, 1995).

Lo innombrable puede adquirir la forma de fobias, compulsiones obsesivas, problemas en el aprendizaje, que no están solo ligadas al conflicto entre deseo y prohibición sino también al conflicto entre el deseo de saber y las dificultades que los padres imponen a ese deseo de conocimiento (Tisseron, 1995). En medios familiares en que las situaciones de conflicto son tramitadas sea con comunicaciones confusas o enigmáticas, sea a través del silencio y el secreto, la modalidad de transmisión a los hijos se puede manifestar como una importante inhibición del impulso epistemofílico y por tanto de la curiosidad, el deseo de saber y de investigar.

Otra forma concreta de transmisión se presenta a través de un síntoma que puede ser repetición idéntica del síntoma de uno de los padres o una formación nueva pero con un vínculo directo con alguna patología parental. Esta transmisión del síntoma puede ser vivida con mucha violencia, como una maldición, como estar atado al destino del otro desde antes de los orígenes, pero precisamente esta manera de experimentarlo por parte del paciente puede promover la necesidad de diferenciación respecto del objeto parental. Sin embargo, en otros pacientes ese síntoma se repite en silencio, es visible pero no audible y suele estar muy arraigado a su identidad.

Otro modo en que la transmisión se manifiesta en la clínica es en forma de “la delegación” al hijo, que consiste en una demanda inconsciente vinculada al narcisismo parental y a las aspiraciones no realizadas por los padres. En esta modalidad de transmisión un aspecto de los ideales del yo y el superyó de los padres asumidos por el hijo, impulsan a este a cumplir un “encargo” que no han podido transformar en herencia propia. Este tipo de demanda parental, normalmente muy cargada emocionalmente, puede también generar el efecto contrario, es decir, la necesidad de anular la filiación con lo que implica la renuncia a los orígenes y con la decisión de no tener hijos como único modo de interrumpir la transmisión.

A modo de conclusión

El tratamiento terapéutico trataría de ver cómo se transmiten los síntomas, los mecanismos de defensa, la organización de las relaciones de objeto, las identificaciones con las fantasías inconscientes. Esto implica tener también la visión de cómo se estructuraron los vínculos en el medio familiar. Se presta atención a la vivencia del tiempo, a la memoria y a la relación del sujeto con su propia historia psíquica que podrán ser modificadas mediante experiencias de representación, desidentificación e historización a través de la relación transferencial y la importancia del papel del terapeuta como puente en la interacción entre presente y pasado.

Fuente: http://www.temasdepsicoanalisis.org/wp-content/uploads/2014/01/Mar%C3%ADa-del-Valle-Laguna.pdf


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