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Cuando el cuerpo grita lo que la boca calla. El poder supremo de la Mente.


El psicoanalista explica los contenidos simbólicos de las enfermedades y cómo se pueden llegar a reconvertir algunos síntomas . La influencia del estrés, la familia y el trabajo cotidiano. "Se pueden encontrar razones que no son sólo físicas, aceptarlas, y eso modifica el organismo", afirma.

Estás somatizando", es una de las frases que puede escucharse en cualquier ámbito, y que intenta señalar la manifestación de la mente sobre el cuerpo en forma de enfermedades psicosomáticas. El fenómeno se popularizó y si bien algunos médicos lo subestiman o consideran "una moda", muchos otros alertan sobre sus riesgos, y los pacientes más informados intentan controlarlo. El poder supremo de la mente, una vez puesto en marcha sobre el organismo, podría revertirse. "Puede reconvertirse, advertir las causas de la enfermedad, y hasta frenarla", sostiene Héctor Becerra, psicoanalista ganador del premio Sigmund Freud 2012. El galardón es otorgado por la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires y la embajada de Austria –país de origen del padre del psicoanálisis–. Becerra fue premiado por su ensayo “Introducción al estudio del paciente psicosomático”, en el que analizó el caso de un paciente que padecía esclerosis múltiple, y que gracias a la terapia, logró comprender su patología y detenerla.


Cuenta con 30 años de experiencia, es docente de Ética y Deontología Periodística de Deportea, y trabaja para las obras sociales del poder judicial y del Congreso de la Nación. Luego de su paso por Universidad del Salvador, en 2009 retomó los claustros en un postgrado en psicosomática en la Universidad Favaloro. Para el especialista, "entender la psicosomatización es fundamental para todo profesional, pero sigue siendo un campo poco explorado".

–¿De qué se trata el proceso psicosomático?

–Se trata del habla del ser humano como un todo que es expresado a través del cuerpo. El poder de la psiquis y los factores externos con los que se conjuga, como la experiencia familiar, trabajo, y emociones en general, se desbordan y manifiestan en el cuerpo. El "soma" (cuerpo físico) se convierte en el objetivo de los fenómenos patológicos que la "psiqué" no está en condiciones de encarrilar, produciéndose finalmente la lesión somática y/o una enfermedad psicosomática. Lo cultural, la historia, la mente, el cuerpo, son una sola cosa, un todo. Es necesario tener una concepción global del ser humano. Por ejemplo, el cáncer que puede padecer una persona no es producto del designio de Dios o del destino, ni siquiera se debe solo a una falla congénita. Hoy, el peso que tienen los factores relacionados con el estrés, emociones, la familia, el trabajo, resulta cada vez más claro. La psicomatización supone que se ponen en juego contenidos simbólicos, por eso decimos que una persona somatiza y no que se enfermó. El soma es el órgano más el contenido simbólico. Entonces, cuando el paciente se enferma no sólo se está enfermando sino que está emitiendo un mensaje que es: `Che, estoy un poco cansado de tanto trabajar, de tener tanto éxito, de tenerlos a todos ustedes tan bien y yo pasarla tan mal... Ahora, como no me animo a decirles eso, porque va en contra de mi propia naturaleza, elijo enfermarme para que se enteren´.

–¿Cuándo comenzó a interesarse en la investigación de los pacientes psicosomáticos?

–En 1994, comencé a interesarme en la forma en la que la construcción mental podía empeorar el estado clínico de un enfermo de sida. Descubrí la importancia que tenía para estos pacientes un buen estado anímico, y que esto se traducía en un buen sistema inmunitario. El fenómeno de la psicosomatización es pensado a partir del concepto de `pulsión´ de Freud. Si bien su teoría se vulgarizó y popularizó por el análisis de lo inconsciente, el psicoanálisis no es solo una psicología. Freud analizaba la sexualidad, es decir, se interesaba sobre lo que sucede en el cuerpo.

–¿De qué se trata el caso por el cual fue premiado?

–Hace 10 años comencé a atender a un hombre de 30 años que llegó a mi consultorio devastado. Su médico le había diagnosticado esclerosis múltiple. Comencé a tratarlo, y poco a poco fui descubriendo que su organismo estaba funcionando en consonancia con sus vivencias.Un ejemplo era la forma en la que se relacionaba son su novia, cediéndole espacio, tratando de contemporizar a cualquier precio. Esa era la manera que el paciente encontraba para llevar adelante casi todas sus relaciones (afectivas, laborales). De esta manera, lo que sucedía con su forma de vincularse tenía visos de similitud con lo que sucedía en su organismo debido a que las lesiones en el cerebro y la médula espinal son causados por el sistema inmunitario; pero se trata de una falla, porque el sistema inmunitario es el conjunto de procesos biológicos que tiene lugar en el interior del organismo y deberían proteger al paciente contra las enfermedades y no atacar al propio cuerpo. El hombre era afectado por una sobreadaptación al otro. Esta misma postura era criticada por su novia que le decía `vos nunca te defendés´. Además de las dificultades para enfrentar a su novia, el paciente tenía una historia familiar a la que también se había sobreadaptado. Su papá era militante peronista y había estado preso. Él, con su madre y hermanos, tuvo que mudarse y debió tomar a su cargo la depresión de la madre, por lo que se convirtió en el padre de su propia madre. Estaba atento a que el otro no sufriera, mientras tanto se desmoronaba su propia libido, su propio ser se desdibujaba en los otros. El mecanismo de sobreadaptación, lo llevaba a adaptarse a lo que vivía sin las herramientas necesarias, y eso actuó como base de la enfermedad orgánica. La esclerosis se produjo el día en que la novia le dijo que se iría de viaje a Europa. Se sintió tan abandonado que creyó que se moría. Fue esclerosis y no gripe porque había obviamente una debilidad hereditaria congénita. La enfermedad ocurrió en un momento donde se encontró con un aparato psíquico empobrecido e insuficiente. El síntoma orgánico fue la señal de alarma que emitió el cuerpo del paciente indicando el momento de fractura con la sobreadaptación a la realidad exterior, a la realidad de su familia. Luego de cuatro años de análisis, dejó de tomar la medicación con la aprobación de sus médicos neurólogos. Ellos detectaron una respuesta inmune adaptativa diferente y que las lesiones cerebrales se habían detenido. Hoy, el paciente tiene 40 años, es profesor de historia y tiene dos hijos. La enfermedad está detenida desde hace 5 años.

–Le salvó la vida…

–La salvamos en equipo. Él, los médicos y la terapia.


La esclerosis múltiple es una enfermedad del sistema nervioso central que produce múltiples lesiones en el cerebro y la médula espinal causados por el ataque del sistema inmunitario contra la mielina de los nervios. La medicina tradicional sostiene que el origen de la enfermedad es desconocido. Con el tiempo la mayoría de los casos son mortales y no existe ningún tratamiento curativo específico. La frecuencia de las crisis intermitentes se reduce mediante tratamiento con Interferón Beta 1


–¿Atendió otros casos en los que la enfermedad evidentemente tenía causales psíquicas o habían sido alimentadas por dicho factor?

–Sí. Recuerdo a una mujer de 42 años con cáncer de ano. Siete de sus nueve tíos maternos habían muerto por cáncer. Ella decía que la única forma de entender dicha situación era como un castigo de Dios, algo siniestro que venía desde afuera y se imponía en su familia italiana. Nunca descarté el factor genético que sin dudas estaba presente e incidió en su enfermedad. Sin embargo, pude ver que había algo que iba más allá de la genética y que funciona como un mecanismo endógeno de familia en la que si enfermaba uno, lo hacían todos, como familia.

–¿Qué otros pacientes con problemas relacionados a la psicosomatización atiende?

–Estoy atendiendo derivaciones de pacientes que amén de ciertas patologías relacionadas con la salud mental presentan padecimientos orgánicos como gastritis, úlceras, colon irritable, adicciones, anorexia, bulimia, jaquecas, diabetes, alergias, psoriasis; cáncer de colon y de estómago. También podríamos mencionar las enfermedades inmunodeficientes: colagenopatías, esclerosis múltiples, y sida. Es importante destacar que en casos específicos el tratamiento psicoanalítico está logrando resultados más que satisfactorios.

–¿El caso de estudio que le mereció el premio fue el único en el que se detuvo la enfermedad?

–No. También atendí a un nene de 9 años que tenía Colesteatoma, una masa de colesterol en el oído medio, que comenzó a degradar tres huesitos detrás del tímpano. El otorrino lo extirpó, pero al año volvió a suceder, y como estaba decaído sus padres me contactaron. Era un niño tímido, callado. El chico tenía un problema de inmunodeficiencia y los médicos nunca se habían preguntado por la etiología de la enfermedad, por su origen. La masa de colesterol era producida por él, y lo atacaba a él. Una de las formas de terapia que adopté fue el juego y lo que más me llamaba la atención era que él nunca quería ganar. Un día comenzó a hacer trampa, y eso era un signo de subjetividad, de tomar distancia del otro. Era una manera de defenderse. Cuando pudo empezar a hablar contó que veía a los padres discutir y que el padre la había ahorcado a su mamá, y que en esos momentos él vomitaba. Esa era su forma de devolver la escena, es decir, ante la imposibilidad de asimilar una situación externa que lo demanda de una forma tan fuerte que no puede aceptar. Este fenómeno se llama denegación, y el que terminó tomando a su cargo todo lo que pasó, fue su cuerpo. Luego de varias sesiones de terapia el niño se mostró más confiado y nunca más padeció problemas auditivos.

–¿Cree que aún hay profesionales médicos que subestiman la posibilidad de que la psiquis pudiera gobernar las manifestaciones corporales?

–Algo está pasando con las ciencias como las conocemos tradicionalmente. El concepto de posmodernidad marcó una ruptura con el encasillamiento, y nos animamos a acercarnos los unos a los otros. El médico que no pueda reconocer la comunión entre mente y cuerpo puede que no esté viendo el todo en su dimensión humana. En mis consultas los resultados son favorables en un 80% de los casos, pero quiero ser cuidadoso con esto. No significa que por pasar por la terapia se curan, sí en cambio, se pueden encontrar razones que no son solo físicas, entenderlas, aceptarlas y eso sin dudas modifica al organismo. Una de mis pacientes había llegado a mí en busca de ayuda. Padecía cáncer de cerebelo y le habían dicho que le quedaban tres meses de vida. Pero vivió tres años más y pudo encontrar la paz interna, comprender la muerte, y obtener calidad de vida. Esa paciente me dijo “si yo lo hubiera conocido de joven, no me moría”, y me gratifica poder ayudar en este sentido.

–¿Existe un rasgo de personalidad común en quienes psicosomatizan?

–Estos pacientes terminan llegando a la consulta no por su personalidad; sino por sus enfermedades orgánicas y de hecho no consultan con los psicólogos; si no con los médicos. Son ellos los que luego los derivan a los psicólogos. Allí es donde descubrimos que la somatización se presenta en ciertas personalidades, una de las más comunes es la de quien se sobreadapta. A partir de este descubrimiento, se ensancha el horizonte clínico y teórico. Anteriormente hablábamos de adaptación y desadaptación, esta última era un buen indicador de patología, pero resulta que ahora tenemos también sobreadaptación. El interrogante es: ¿cómo la detectamos? Y a veces es difícil porque el paciente trabaja, rinde, y su entorno está satisfecho y feliz con él. Lo que el entorno no sabe es que el paciente construye la felicidad de su entorno a un precio muy caro que puede ser el de su propia vida. No quiero sonar dramático, pero es lo que suele suceder con los pacientes que sufren ataques cardíacos o ACV.

-–¿Perdió la capacidad de asombro con respecto a la asociación entre enfermedad y psiquis?

–No. Me asombra todos los días, y me motoriza para seguir estudiando. Ahora estoy haciendo un doctorado en epistemología de la ciencia, que es una ciencia que regula la forma como se relacionan todas las ciencias, y de eso se trata, de que las disciplinas trabajen en equipo. Los médicos y psicólogos estamos preparados para hablar de patología pero no de sanación. En algunas oportunidades se pasa al terreno místico, y la sanación queda relacionada con la religión, con el milagro. Incluso los psicólogos tampoco hablamos de cura porque podemos ayudar a comprender a aceptar y sobrellevar. En mi caso de estudio, el paciente no se curó, continúa con esclerosis múltiple, pero logró frenarla, obstaculizó su avance. Y quizás la cura en el más amplio de los sentidos, pase por frenar un devenir irreversible hacia la muerte. «

Fuente:

http://tiempoargentino.com/nota/69364/la-somatizacion-y-el-poder-supremo-de-la-mente

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